El cultivo de la atención
Estar atentos... nos permite ver más allá de lo que nunca soñamos y percibir esos pequeños milagros que se suceden en lo más banal y cotidiano de nuestros días...
Así,
...encontramos aquel amigo que necesitamos en el momento preciso,
...abrimos el libro que responde a la pregunta que nos estamos haciendo,
...presagiamos lo que está a punto de ocurrirnos,
...hallamos un valioso descubrimiento en cualquier acto sin sentido.
Estar atentos... nos permite ver a las personas y a las cosa con una visión ampliada. Evitamos, así, prejuicios y juicios precipitados, pues nos damos cuenta que cada cual tiene sus razones, su historia, sus fantasmas, sus engaños y sus miedos...
Estar atentos... nos permite vernos a nosotros mismos desde fuera, con la objetividad suficiente para percibir nuestros aciertos y nuestros errores... Sólo así tenemos la oportunidad de corregir nuestro trayecto o, al menos, de adquirir la valentía suficiente para aceptarnos tal cual somos, con nuestras virtudes y con nuestros defectos.
Y, lo más importante...
Estar atentos... nos permite apreciar la belleza en todas las cosas: los colores del crepúsculo al caer la tarde, el resplandor de una flor en primavera, la pícara sonrisa de un niño travieso o la sabiduría que contienen las arrugas de un anciano sentado en la puerta de su casa.
La belleza está doquier, en cada persona y en cada objeto; está en el paisaje y entre las cuatro paredes de casa; está en la fluidez del tiempo y en la inconstancia de las estaciones...
La belleza está en cada palabra y en cada gesto y, especialmente, en la mano del que ayuda y en el corazón del que ama. Y es que, percibir la belleza, sólo depende de nuestra mirada...
Después de la tormenta, soplará el viento y, cual mágico pincel, pintará el paisaje de colores. Sin duda, nos hará recuperar la fe en la belleza.
Montse Jordà